Cuando Patrick sacó por primera vez su licencia de conducir, con su matrícula P, llevaba un auto bastante destartalado “de mi misma edad”. Si la policía no lo detuviera una vez al mes, se sorprendería.
La novia de su hermano primogénito, “una mujer de clase elevada”, fue detenida una sola vez. Ella conducía un auto brillante con su matrícula P. El policía le habló en tono gentil: “Lo ideal sería que pusieras las luces”. Ella contestó con voz suave: “Ah, entendido, disculpa”. Mientras que, en una situación parecida, Patrick fue sancionado por un tecnicismo irrelevante sobre su matrícula P.
“Al tratar con autoridades, siempre siento que tengo que acompañantes colombianas cumplir todo”, explicó Patrick, “pienso que me tratarán con dureza”.
En el momento de nuestra conversación, Patrick tenía alrededor de treinta. En aquel momento, Patrick era un programador informático y tenía una vida relativamente acomodada, pero durante su infancia, Patrick, que pertenece a una etnia blanca, tuvo que hacerse responsable de varias cosas en medio de una carencia material seria; por ejemplo, rememora haber experimentado hambre.
Su novia, Felicia, pasó su niñez en un ambiente acomodado en los suburbios sureste de Melbourne. Su padre ejercía de médico y su madre lo asistía en su profesión. Ella y sus hermanos estudiaban en una institución privada de la zona porque, según afirmaba Felicia, sus padres deseaban que se mezclara con “el tipo de gente correcto”. Mencionó su linaje como judío, inglés y “moreno”, y su infancia como una “época muy feliz”.